miércoles, 24 de febrero de 2010

¡La libertad de los sátrapas!

Ya nadie habla en esta “crisis provocada” de los orígenes de semejante barbaridad. Han pasado de escribir infinidad de artículos de opinión sobre la estrategia que se había de seguir ante el capitalismo salvaje qué nos atenaza, ya nadie comenta la necesidad de alternativas, ni de las reformas del sistema para que la economía especulativa no vuelva a producir otra estafa similar. Se ha promulgado el indulto de todos los responsables de la catastrófica crisis como han hecho siempre en las anteriores, y es que el sistema capitalista utiliza este “mecanismo” para ajustar los mercados a la “economía del dinero” que no es otra cosa que el dominio sobre el dinero de los demás, así caminamos irremediablemente a un “supercapitalismo internacional” del que dependen hoy día la riqueza y la política de las naciones, esta es la doctrina neoliberal aceptada o impuesta a casi todos los países como el “no va más” de la modernidad y la “libertad”. ¡La libertad de los sátrapas!.
Ya hay de nuevo unanimidad en el camino a seguir, han llegado a la misma conclusión de siempre, los “especialistas” en la materia hablan de arrimar el hombro, que paguen las victimas y esto significa abolir derechos, congelar y reducir los sueldos, abaratar el despido, flexibilizar la contratación, prolongar la edad de la jubilación, privatizar empresas y servicios públicos, renunciar a las conquistas laborales que tanto esfuerzo han costado y todo esto lo anuncian como las reformas estructurales profundas y necesarias para el normal funcionamiento del engranaje y el aumento de la productividad, y se quedan tan panchos. Esta es la única solución que proponen, aceptar estas condiciones y en estos términos como si de una limosna se tratase. A cambio no se pronostica nada de lo anterior para la “parte de la segunda parte” políticos, empresario y directivos, ¿Dónde están las contrapartidas que aportan? ¿Las reformas profundas para esta gente, para cuando? Estas preguntas seguirán sin respuesta mientras las fuerzas de l@s trabajador@s sigan dispersas y enfrentadas y seremos los eternos pagadores de los desaguisados que de cuando en cuando nos montan los más adinerados, con la ayuda inestimable de los políticos, en su afán por satisfacer su insaciable avaricia. Pretenden con ello equipararnos a Asia, África y América Latina donde se concentra la mayoría del hambre y la miseria de todo el planeta.
Los diarios, las radios y los canales televisivos ponen el acento de la “noticia” de los “efectos sociales” de la crisis tomando como parámetro la reducción del consumo en los países centrales, a los que clasifican genéricamente como “sociedades”, sin discriminar entre clases altas, medias o bajas que integran la pirámide social capitalista, cómo si la capacidad de consumo fuese la misma para todos. Lo que significa (apretarse el cinturón) para un rico o clase media acomodado es reducir servidumbre, viajes turísticos o consumos superfluos, uno de clase baja o pobre queda desocupado o reduce sus ingresos y pierde capacidad de compras de alimentos necesarios para sobrevivir y servicios esenciales. No dicen nada, por ejemplo, de la deuda contraída por la gestión de los “gobernantes, ejecutivos, directores y enchufados”, no tienen ningún rubor en publicar los miles de millones de euros de beneficios de los bancos y las multinacionales (aun a pesar de la crisis) y siendo los responsables de la misma. Arremeten contra los más débiles con los más perjudicados (asalariados, pobres y obreros) con agresividad, mostrándolos ante la sociedad como seres privilegiados que ganamos unas fortunas, que no trabajamos nunca o lo hacemos muy poco y mal. Nada que decir de a dónde ha ido a parar la riqueza acumulada de la explotación capitalista, que ha hecho con el crecimiento récord de las fortunas personales y los activos empresariales. Esta es la hoja de ruta de estos “medios” también insaciables de subvenciones y ayudas públicas que le llegan de los impuestos al consumo y las cargas fiscales a los salarios. A esta “élite” no les preocupa para nada los despidos, las reducciones de salarios, ni los ajustes que pretenden hacer las empresas o que ya han hecho, su preocupación es crear estados de opinión que sean favorables a quienes les llenan los pesebres.
Con todo esto solo nos queda la fuerza propia de empujar todos en la misma dirección sin dejarnos embaucar, exigiendo nuestros derechos y haciendo que se escuche la voz de los más desfavorecidos ante esta situación provocada por el capitalismo, la desorganización política y la voracidad de la patronal.

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