martes, 6 de diciembre de 2011

Libertad para poder decidir....


No trato de analizar los condicionantes que en 1.978 llevaron a admitir las limitaciones del llamado “consenso constitucional”, pero es evidente que la situación ha cambiado. Bastantes más de los censados actualmente no tuvieron la oportunidad de votar. Ha llegado la hora de ideas nuevas, los principios del “atado y bien atado” hay que desterrarlo definitivamente, son del siglo pasado.

Hoy deberíamos estar celebrando el día de la constitución española, pero como celebrar algo que han prostituido y violado hasta la saciedad de manera intolerable e impunemente los poderosos. Como celebrar que es antidemocrática, que permite la corrupción, el abuso de poder, la marginación de los ciudadanos, el poder ilimitado de los partidos políticos, el control político de la justicia, los privilegios de la iglesia católica y el largo etcétera de lacras que soportamos en nuestra sociedad.

Los derechos fundamentales recogidos en la constitución tales como, justicia igual para todos, derecho a una vivienda digna, derecho al trabajo digno, derecho a la información veraz y otro largo etcétera, son violados constantemente por un estado de partidos o partidocracia que no tienen en cuenta a los ciudadanos, que los convierte en meros monigotes indefensos ante la escandalosa impunidad de los políticos y de la casta dirigente. La actual constitución hoy celebrada solo por los que se sienten protegidos por ella, por los que disfrutan de privilegios y ventajas en el poder y ante la creciente indiferencia de la sociedad, fue aprobada por un pueblo sediento de democracia por la tiranía de los cuarenta años de dictadura, un pueblo inculto que no era capaz de discernir entre democracia real y partidocracia. Por eso hoy se hace más necesario que nunca abrir un periodo constituyente (cosa que no ocurrió con la actual) para alcanzar una constitución de hombres y mujeres libres y responsables que ejerzan su soberanía libre de tiranías de partidos y grupos de poder. Una constitución que garantice la separación de poderes, la primacía de la libertad política del ciudadano, el control del poder por la ley, en definitiva, una constitución que no sea un documento hipócrita que pueda ser eludido y violado con pasmosa frecuencia por el poder.

No podemos resignarnos al acomodamiento ideológico, a seguir esperando cuando nos darán el siguiente palo en nuestros derechos y libertades, a seguir transmitiendo la consigna de los “recortes” difundida desde los poderes mediáticos al servicio de la clase política putrefacta.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Muy buen trabajo realizado por un grupo de politólogos “cansados del bipartidismo”, han creado una web llamada #programas20N donde comparan las promesas de los partidos políticos, aquí podrás informarte de lo que más te interesa. Su trabajo evidencia algunos datos: aseguran que el PNV y el PP tienen los programas con más “vaguedades” y los de IU y EQUO los más concretos, así como que UPyD es la única formación política que apuesta por aumentar el gasto militar.

martes, 25 de octubre de 2011

La grave situación que has de saber







El pasado mes de enero entró en vigor una importante modificación de la Ley Electoral, aprobada por el reducido club de los principales partidos. Mediante esta modificación los principales partidos, los que vienen turnándose en el poder desde que se instauró la, según ellos, “democracia”, han establecido que: a partir del pasado enero, todos los partidos menos ellos, todas las propuestas políticas de la ciudadanía deberán recoger las firmas del 0,1% de los electores. Esto es, en Madrid unas 5000 firmas, y en Barcelona unas 4800, y es todo el Estado más de 35.000. Las firmas además deberán cotejarse. Dado el adelanto electoral, las firmas deberán recogerse entre el 26 de septiembre, fecha del decreto, y deberán entregarse aproximadamente dos o tres semanas más tarde, aproximadamente una semana antes del inicio de la campaña electoral el 4 de noviembre.

Evidentemente, la inmensa mayoría de partidos y propuestas de la ciudadanía no podrán presentarse a las elecciones. De todas las propuestas de los ciudadanos que se presentaron en forma de partidos, agrupaciones, federaciones o coaliciones que se presentaron a las últimas elecciones generales, solo unos dos o cuatro partidos además de los del club, podrán presentarse a nivel estatal a las elecciones, el resto quedan condenados a poder presentarse en alguna provincia. Igual que las agrupaciones de electores han quedado relegadas al ámbito local, resulta evidente que se pretende relegar a todas las demás propuestas políticas al ámbito local o regional, para que no puedan presentar democrática competencia a los principales partidos en el ámbito estatal.

Con anterioridad a la reforma que entró en vigor el pasado enero, la Ley Electoral ya otorgaba una posición de dominio a los principales partidos: la ley aprobada por ellos, reserva para ellos mismos el 90% financiación pública, y de la ocupación del espacio electoral en las calles y medios de comunicación públicos y privados. Usted, con sus impuestos, paga el despilfarro de campañas electorales de los principales partidos, y los cuantiosos sueldos de partido. Los partidos del club saturan los medios, y las demás propuestas de la ciudadanía no pueden llegar al elector para ser elegidas, o no, libremente.

Es evidente, que esta “configuración” de la ley electoral, garantiza desde que se instauró la democracia, que siempre se alternen en el poder los mismos, lo que explica el bipartidismo, la partitocracia como sistema, y todos los problemas que se incrementan derivados del poder estancado: la corrupción, el abuso, la incapacidad, negligencia y mediocridad de gobierno, falta de independencia judicial, falta de independencia periodística, sometimiento a intereses financieros, y demás problemas de lo que conocemos como “sistema”.

Pero lo más grave es que esta legislación decretada por unos pocos, vulnera el derecho fundamental de toda democracia, de la ciudadanía, de presentar propuestas políticas, de que los conciudadanos las conozcan, y puedan votarlas y elegirlas. Los regímenes en el mundo que, por ley establecen que uno, dos, o cinco partidos son los que pueden ser votados por los ciudadanos, no son democracias por muchas urnas que tengan. La democracia no es la urna; sino la libertad previa de información y elección.

Quieren hacernos creer que la ley electoral es un asunto como los demás, cuando estamos ante una ley fundamental, que está en la base de todos los demás problemas. La ley que elige o conserva en el poder a los que mandan no es un asunto cualquiera, es una cuestión fundamental. Todos los problemas que padece la ciudadanía dependen de los gobernantes, y éstos de la ley que se han montado ellos mismos para perpetuarse. Deberíamos empezar a plantearnos si los principales problemas de la ciudadanía, son consecuencia de la ineptitud de los que se eternizan en el poder, sin permitir que otros ciudadanos accedan para administrar los intereses públicos con otros criterios.

Este verano hemos asistido a otro hecho insólito en nuestra democracia: los dos principales partidos, a propuesta de gobiernos extranjeros, en apenas tres días han decidido cambiar la Constitución, sin ningún tipo de consulta a la ciudadanía. Sorprendente rapidez, de la que los dos grandes partidos no hacen gala atendiendo las necesidades de la ciudadanía.

Si tenemos en cuenta que la democracia interna de los grandes partidos brilla por su ausencia, y que es un pequeño grupo de cinco personas las que controlan el partido. Y si a esto le añadimos otras personas que dominan influyentes grupos financieros, el resultado final de esta reflexión es escalofriante: Unas cuantas personas controlan, de hecho, el Estado.

La soberanía del pueblo continúa siendo una utopía.

Es evidente que esta situación continuará degenerando en el futuro, es evidente que introducirán más limitaciones en la ley electoral, a la participación ciudadana. Ante esta situación podemos lamentarnos, no hacer nada, continuar jugando a este sistema defendiendo cada uno lo suyo, con un coste en trabajo humano y material altísimo y condenados eternamente, por ley, a ser “pequeños”……….o podemos rebelarnos y unirnos para cambiar las cosas. Ellos no lo harán, ha de ser la ciudadanía quien lo haga.

Ellos no van a cambiar una situación en la que se han blindado, hemos de ser nosotros desde la calle, las entidades sociales, culturales y políticas los que nos unamos para hacerlo. No importan tanto nuestras diferencias de opinión ni ideológicas si lo que está en juego son las libertades fundamentales de todos.

No caigas en la trampa de los que controlan este sistema, a los que interesa fomentar y vernos distraídos en diferencias quizás no tan importantes.

Reacciona.html

domingo, 9 de octubre de 2011

Nacionalista Paleto.


El candidato de CiU a las elecciones generales, Josep Antoni Duran Lleida, insiste en denigrar a los andaluces acusándonos de cobrar sin trabajar y estar todo el día en el bar. Este catalán, “paleto”, nacionalista reaccionario de pro, que vive del cuento desde los comienzos de la transición, que cobra su suculento sueldo todos los meses de los impuestos de todos los españoles aunque solo les votan los Cataluña, no tiene vergüenza ni sabe lo que es eso. Este tipo de políticos ante la falta de argumentos por su incapacidad, que se dedican a enfrentar a los pueblos porque no saben hacer otra cosa, me gustaría verlos pidiendo un jornal y viviendo del  subsidio-limosna que ni siquiera alcanza al sueldo interprofesional. Para él y todos los que piensan de la misma manera solo merecen desprecio y ni un solo voto.
http://www.publico.es/espana/400569/duran-acusa-a-los-campesinos-andaluces-de-pasar-el-dia-en-el-bar

martes, 20 de septiembre de 2011

La Superioridad de Capitalismo.


¿Qué es una crisis capitalista?
Veamos en primer lugar lo que no es una crisis capitalista.
Que haya 950 millones de hambrientos en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.
Que haya 4.750 millones de pobres en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.
Que haya 1.000 millones de desempleados en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.
Que más del 50% de la población mundial activa esté subempleada o trabaje en precario, eso no es una crisis capitalista.
Que el 45% de la población mundial no tenga acceso directo a agua potable, eso no es una crisis capitalista.
Que 3.000 millones de personas carezcan de acceso a servicios sanitarios mínimos, eso no es una crisis capitalista.
Que 113 millones de niños no tengan acceso a educación y 875 millones de adultos sigan siendo analfabetos, eso no es una crisis capitalista.
Que 12 millones de niños mueran todos los años a causa de enfermedades curables, eso no es una crisis capitalista.
Que 13 millones de personas mueran cada año en el mundo debido al deterioro del medio ambiente y al cambio climático, eso no es una crisis capitalista.
Que 16.306 especies están en peligro de extinción, entre ellas la cuarta parte de los mamíferos, no es una crisis capitalista.
Todo esto ocurría antes de la crisis. ¿Qué es, pues, una crisis capitalista? ¿Cuándo empieza una crisis capitalista?
Hablamos de crisis capitalista cuando matar de hambre a 950 millones de personas, mantener en la pobreza a 4700 millones, condenar al desempleo o la precariedad al 80% del planeta, dejar sin agua al 45% de la población mundial y al 50% sin servicios sanitarios, derretir los polos, denegar auxilio a los niños y acabar con los árboles y los osos, ya no es suficientemente rentable para 1.000 empresas multinacionales y 2.500.000 de millonarios.
Lo que demuestra la superior eficacia y resistencia del capitalismo es que todas estas calamidades humanas -que habrían invalidado cualquier otro sistema económico- no afectan a su credibilidad ni le impiden seguir funcionando a pleno rendimiento. Es precisamente su indiferencia mecánica la que lo vuelve natural, invulnerable, imprescindible. El socialismo no sobreviviría a este desprecio por el ser humano, como no sobrevivió en la Unión Soviética, porque está pensado precisamente para satisfacer sus necesidades; el capitalismo sobrevive y hasta se robustece con las desgracias humanas porque no está pensado para aliviarlas. Ningún otro sistema histórico ha producido más riqueza, ningún otro sistema histórico ha producido más destrucción. Basta considerar en paralelo estas dos líneas -la de la riqueza y la de la destrucción- para ponderar todo su valor y toda su magnificencia. Esta doble tarea, que es la suya, el capitalismo la hace mejor que nadie y en ese sentido su triunfo es inapelable: que haya cada vez más alimentos y cada vez más hambre, más medicinas y más enfermos, más casas vacías y más familias sin techo, más trabajo y más parados, más libros y más analfabetos, más derechos humanos y más crímenes contra la humanidad.
¿Por qué tenemos que salvar eso? ¿Por qué tiene que preocuparnos la crisis? ¿Por qué nos conviene encontrarle una solución? Las viejas metáforas del liberalismo se han revelado todas mendaces: la “mano invisible” que armonizaría los intereses privados y los colectivos cuenta monedas en una cámara blindada, el “goteo” que irrigaría las capas más bajas del subsuelo apenas si es capaz de llenar el cuenco de una mano, el “ascensor” que bajaría cada vez más deprisa a rescatar gente de la planta baja se ha quedado con las puertas abiertas en el piso más alto. Las soluciones que proponen, y aplicarán, los gobernantes del planeta prolongan, en cualquier caso, la lógica inmanente del beneficio ampliado como condición de supervivencia estructural: privatización de fondos públicos, prolongación de la jornada laboral, despido libre, disminución del gasto social, desgravación fiscal a los empresarios. Es decir, si las cosas no van bien es porque no van peor. Es decir, si no son rentables 950 millones de hambrientos, habrá que doblar la cifra. El capitalismo consiste en eso: antes de la crisis condena a la pobreza a 4.700 millones de seres humanos; en tiempos de crisis, para salir de ella, sólo puede aumentar las tasas de ganancia aumentando el número de sus víctimas. Si se trata de salvar el capitalismo -con su enorme capacidad para producir riqueza privada con recursos públicos- debemos aceptar los sacrificios humanos, primero en otros países lejos de nosotros, después quizás también en los barrios vecinos, después incluso en la casa de enfrente, confiando en que nuestra cuenta bancaria, nuestro puesto de trabajo, nuestra televisión y nuestro ipod no entren en el sorteo de la superior eficacia capitalista. Los que tenemos algo podemos perderlo todo; nos conviene, por tanto, volver cuanto antes a la normalidad anterior a la crisis, a sus muertos en-otra-parte y a sus desgraciados sin-ninguna-esperanza.
Un sistema que, cuando no tiene problemas, excluye de una vida digna a la mitad del planeta y que soluciona los que tiene amenazando a la otra mitad, funciona sin duda perfectamente, grandiosamente, con recursos y fuerzas sin precedentes, pero se parece más a un virus que a una sociedad. Puede preocuparnos que el virus tenga problemas para reproducirse o podemos pensar, más bien, que el virus es precisamente nuestro problema. El problema no es la crisis del capitalismo, no, sino el capitalismo mismo. Y el problema es que esta crisis reveladora, potencialmente aprovechable para la emancipación, alcanza a una población sin conciencia y a una izquierda sin una alternativa elaborada. Se equivoque o no Wallerstein en su pronóstico sobre el fin del capitalismo, tiene razón sin duda en el diagnóstico antropológico. En un mundo con muchas armas y pocas ideas, con mucho dolor y poca organización, con mucho miedo y poco compromiso -el mundo que ha producido el capitalismo- la barbarie se ofrece mucho más verosímil que el socialismo.
Vía iniciativa debate.