Recuerdo desde niño a la Iglesia siempre mandando, pasando lista los domingos en misa, para los frailes de mi colegio todo lo que fuera divertirse, jugar, hablar alto, relacionarse con niñas, etc., estaba mal o era pecado. Yo y los demás, desde la inocencia de un niño les creíamos, no teníamos (aún) capacidad para juzgar la veracidad de lo que “los ciervos de dios” nos inculcaban incluso con violencia física. Pasados los años, ya con un poco de capacidad de análisis sigo escuchando las mismas y estúpidas declaraciones de estos “siervos” ya sean frailes, curas, monjas o el mismo jefe de todos ellos, el Papa. Es cansino que esta institución a través de los siglos no haya avanzado un ápice, que sigan con el mismo sermón de siempre, que sigan creyendo y (lo peor) que quieran hacer creer a los demás que tienen el don de la infalibilidad o la clarividencia, que sigan empeñados en decir que en este país no se respetan a los creyentes. Recuerdo que en mi niñez nadie ponía en tela de juicio nada de lo anterior, no había posibilidad alguna de oponerse, imponían su religión a sangre y fuego, todo el poder que tienen lo han conseguido de la misma manera, estando de la parte más represora, de dictadores como Franco al que le impusieron las insignias de la Orden de Cristo, la mayor distinción que la Santa Sede puede conceder a un “político”, de ahí que lo pasearan bajo palio como si de un Santo se tratase, llamaron “Cruzada” a la guerra civil española donde a fecha de hoy la iglesia continua sin condenar la dictadura de la que era parte implícita.
De las recientes declaraciones del Papa de que en España se ha desarrollado “un laicismo, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta” se deduce que para la gente de esta “cuadra” el Estado que quieren, en el que se sienten a gusto es en el nacionalcatolicismo. Nada que tenga que ver con la libertad o avance de la sociedad les interesa, y aún les parece insuficiente mantener ese amplio conjunto de privilegios que les otorgan los acuerdos que se mantienen entre el Estado y la Iglesia católica en los cuales y entre otros privilegios se les reconoce: efectos civiles al matrimonio canónico, la existencia de tribunales eclesiásticos cuyas sentencias sobre cuestiones matrimoniales tendrán eficacia civil, el compromiso estatal de cooperar con la Iglesia en sus actividades de asistencia o beneficencia. En el terreno fiscal se excluye a la Iglesia de pagar impuestos sobre la renta, sobre el consumo, de pagar contribuciones urbanas por edificios. En cuanto a lo económico, el Estado español financia con 6.000 millones de euros anuales a la Iglesia católica, de esta cifra unos 3.000 millones se destinan, según cifras oficiales, a sostener los colegios religiosos concertados, también se paga con dinero de todos los españoles el sueldo de obispos y sacerdotes, los profesores de catolicismo de escuelas públicas, el salario de capellanes castrenses, hospitalarios y de las cárceles y gran parte de la restauración o sostenimiento del ingente patrimonio histórico artístico de la Iglesia católica, siendo la segunda propietaria inmobiliaria después del Estado.
Desde el año 1.982, la financiación de la Iglesia debía de hacerse vía declaración voluntaria a través del IRPF y sin embargo todavía se sigue sosteniendo económicamente vía Presupuestos Generales del Estado, haciendo entregas de dinero a cuenta del IRPF muy superiores a lo que después se recauda, acumulando así una deuda de miles de millones que nadie se preocupa de recuperar ni de reclamar.
No es de recibo que además tengamos que pagar los viajes millonarios de este Papa y de esta Iglesia que condena los asesinatos del nazismo pero no los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra civil y en los años de la dictadura fascista de Franco.
Por tanto nada más lejos ni nada que se parezca menos a una persecución o anticlericalismo hacia el catolicismo, es todo lo contrario, ellos son los perseguidores y los antidemócratas, presionando cuando no amenazando a gobiernos y a las personas para negar en unos casos y suprimir en otros el derecho natural y democrático de cada uno a hacer lo que le dé la gana sin tener que pedir permiso a nadie con sotana y mitra.
Benedicto XVI amenaza con volver de nuevo el año que viene, por mi que no venga, no con mis impuestos, no quiero que nos visiten gente homófoba con un pasado algo más que oscuro.
¡POR UN ESTADO LAICO!
De las recientes declaraciones del Papa de que en España se ha desarrollado “un laicismo, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta” se deduce que para la gente de esta “cuadra” el Estado que quieren, en el que se sienten a gusto es en el nacionalcatolicismo. Nada que tenga que ver con la libertad o avance de la sociedad les interesa, y aún les parece insuficiente mantener ese amplio conjunto de privilegios que les otorgan los acuerdos que se mantienen entre el Estado y la Iglesia católica en los cuales y entre otros privilegios se les reconoce: efectos civiles al matrimonio canónico, la existencia de tribunales eclesiásticos cuyas sentencias sobre cuestiones matrimoniales tendrán eficacia civil, el compromiso estatal de cooperar con la Iglesia en sus actividades de asistencia o beneficencia. En el terreno fiscal se excluye a la Iglesia de pagar impuestos sobre la renta, sobre el consumo, de pagar contribuciones urbanas por edificios. En cuanto a lo económico, el Estado español financia con 6.000 millones de euros anuales a la Iglesia católica, de esta cifra unos 3.000 millones se destinan, según cifras oficiales, a sostener los colegios religiosos concertados, también se paga con dinero de todos los españoles el sueldo de obispos y sacerdotes, los profesores de catolicismo de escuelas públicas, el salario de capellanes castrenses, hospitalarios y de las cárceles y gran parte de la restauración o sostenimiento del ingente patrimonio histórico artístico de la Iglesia católica, siendo la segunda propietaria inmobiliaria después del Estado.
Desde el año 1.982, la financiación de la Iglesia debía de hacerse vía declaración voluntaria a través del IRPF y sin embargo todavía se sigue sosteniendo económicamente vía Presupuestos Generales del Estado, haciendo entregas de dinero a cuenta del IRPF muy superiores a lo que después se recauda, acumulando así una deuda de miles de millones que nadie se preocupa de recuperar ni de reclamar.
No es de recibo que además tengamos que pagar los viajes millonarios de este Papa y de esta Iglesia que condena los asesinatos del nazismo pero no los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra civil y en los años de la dictadura fascista de Franco.
Por tanto nada más lejos ni nada que se parezca menos a una persecución o anticlericalismo hacia el catolicismo, es todo lo contrario, ellos son los perseguidores y los antidemócratas, presionando cuando no amenazando a gobiernos y a las personas para negar en unos casos y suprimir en otros el derecho natural y democrático de cada uno a hacer lo que le dé la gana sin tener que pedir permiso a nadie con sotana y mitra.
Benedicto XVI amenaza con volver de nuevo el año que viene, por mi que no venga, no con mis impuestos, no quiero que nos visiten gente homófoba con un pasado algo más que oscuro.
¡POR UN ESTADO LAICO!
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