La falta de solidaridad acarrea las grandes diferencias entre iguales y fomenta el individualismo. Es lo que se exige en las empresas, hay algunas que incluso pretenden ilegalizar la solidaridad como es el caso de TUSSAM, interponiendo una demanda para declarar ilegal la ausencia al trabajo de más de cuatrocientos conductores por el suicidio de un compañero. En su afán de castigar la adhesión ante tan lamentable hecho, pretenden sancionar a cuatro representantes sindicales por faltas muy graves y que acarrearían una suspensión de empleo y sueldo de seis meses a cada uno de ellos. Esta es la filosofía de los directivos de la empresa, todos ellos puesto a dedo, sin más meritos, por los políticos que tanto gustan de utilizar la palabra “solidaridad” cuando de lo que se trata es de obtener votos. Una vez los “unos” en el cargo y los “otros” en el poder, su único afán es de conseguir que la masa no sea uniforme con el objetivo de obtener la debilidad necesaria y sembrar el temor en la plantilla de empleados, da escalofríos comprobar en manos de quienes estamos, seres que acaparan el poder desde la absoluta falta de escrúpulos, provocando con ello que todo parezca normal y no es normal ni aceptable que pretendan que esta erupción volcánica que crece y crece se convierta y pase a definitivo pareciendo una característica mas de nuestro entorno laboral. Hay que seguir llamando las cosas por su nombre y su significado, son individuos repugnantes los que rebajan su criterio moral a cotas que se corresponden con las de los delincuentes y malhechores, que no tienen ni les importa la dignidad y por supuesto tampoco la solidaridad.
La insensibilidad humana lleva desde una simple indiferencia hacia nuestro prójimo hasta una espantosa guerra, hambre y pobreza.
He aquí un ejemplo de cómo hacer las cosas:
Todos querían conocer el secreto de la fábrica de Juan. Su producción era grande y no contaba con muchos empleados. Todos se preguntaban cómo lograba producir tanto. Además, la calidad del producto era excelente. Juan, tenía una fábrica de galletitas. A pesar de ser producidas en masa, eran riquísimas. Algunos decían que tenía un ingrediente secreto que figuraba disimuladamente en el envase en donde detalla los ingredientes, otros lo atribuían a las máquinas. Lo más curioso era que nunca se veía a un empleado salir triste o quejándose de la fábrica. A pesar de todo lo que esta producía, ninguno parecía demasiado cansado o malhumorado.Un buen día, Juan abrió la fábrica para una visita a unos periodistas. Era el aniversario de su fundación y quería compartirlo con todos. Una de las propuestas que recibió es: un recorrido por la fábrica en un día normal de trabajo. A Juan no le pareció una mala idea, pero sería sorpresa. Ningún empleado lo sabría. Ese día llegó y los periodistas empezaron el recorrido por el interior del lugar. Todos esperaban ver el informe, tal vez el secreto saldría a la luz de una vez por todas.En el día del aniversario, un canal de la televisión local pasó el informe de los periodistas, nadie se despegaba del televisor. La nota empezó con una filmación dentro de la fábrica, se veían a las máquinas funcionar, los hornos prendidos y a los empleados trabajar. Cuando le preguntaban a algún empleado cómo se sentía trabajar allí, ellos decían: excelente. Al final del informe, parecía que era una fábrica más que tenía empleados muy efectivos y buenas maquinarias. Pero eso no era todo, Juan tenía algo preparado. Dentro de la fábrica se celebraba la fiesta aniversario con todos los empleados y algunos invitados incluyendo a algunos periodistas. En el momento del brindis, Juan pidió decir unas palabras y dijo lo siguiente: “Este es un momento muy especial para esta familia, digo esta familia porque siento que todos aquí lo somos. Como en una familia en que cada uno cumple un rol, aquí cada uno tiene una responsabilidad a la cual la llamamos cargo. Sé que todos creen en que tengo un secreto para hacer las galletitas más ricas del lugar y en grandes cantidades, tienen razón en pensarlo. El secreto de esta fábrica es el compañerismo, el buen trato, el respeto y el gusto de trabajar. Trabajar para sentirnos útil, no como una máquina que tiene que producir determinada cantidad de producto en determinado tiempo. Todo lo contrario, si algo se disfruta se hace mucho mejor. Y en este lugar, todos disfrutan lo que hacen. Y el buen trato, desde arriba los jefes hacia abajo a los empleados es de la mejor manera posible. Ese es mi secreto, una persona feliz, tranquila y con gran autoestima puede hacer mucho más que alguien estresado, angustiado y de mal humor.Desde ese día, todos supieron cual era el secreto de la fábrica de Juan.
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