Vivimos en una sociedad cada vez mas deshumanizada, más cruel y sustentada en el individualismo, cada vez importan menos las personas, sus problemas, sus inquietudes, sus sentimientos, solo importan las cuentas de resultados económicos. Pasamos de ser seres humanos a simplemente mercancías en un pis-pas. En las empresas, en cualquiera de ellas, desde la que fabrica tornillos (por poner un ejemplo) hasta la que, una vez que estás muerto te entierran o incineran, solo buscan los beneficios por los servicios prestados, servicios que dejan mucho que desear sobre todo por el precio tan alto que pagamos. Ese trato distante, desconfiado, en ocasiones denigrante que recibimos, ese estar a la defensiva como si de enemigos se tratara, son actitudes que lejos de desaparecer cada vez están más arraigadas, es más, creo que son las instrucciones precisas que de manera subliminal se dan, porque lo contrario supone un mayor coste y eso no es rentable en términos económicos que es en lo que se mueve cualquier negocio. Todo acaba cuando desde la mentira de la publicidad engañosa te captan como una fuente de ingresos, a partir de aquí pasas a ser un beneficiario y es entonces cuando eres a su vez un problema.
En este punto cabe preguntarse si vivimos en una sociedad tan poco solidaria que no sentimos compasión por nadie y la respuesta creo que podría ser apabullante, porque la reacción inmediata de las personas cuando conocen una injusticia es de perplejidad y preocupación, pero esto en sí mismo no soluciona el problema, hace falta ir más allá, esa impotencia compartida ha de traducirse en una corriente de protesta enérgica, es desde el compromiso y la implicación de todos los ciudadanos lo que puede cambiar la tendencia actual que nos lleva al abismo. Ese abismo que han creado y que componen este consorcio empresarial que se ha apropiado de la soberanía de las persona para entregárselo a las grandes empresas y multinacionales, que hacen negocio a costa de nuestra salud, nuestros derechos y libertades, las que quieren que sigamos viviendo en el mundo marginado de los que deben callarse y aguantar todo. No lo permitas.
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